"Un lugar para la Familia"


El poder de una oración

12.03.2011 16:48

 “El poder no está en la oración, está en el que la oye”.  

        Max Lucado

Pasamos días o semanas sin oración estable, pero luego sucede algo, escuchamos un sermón, leemos un libro, experimentamos una tragedia, algo nos conduce a la oración, de manera que nos  sumergimos en la oración y salimos refrescados y renovados. Pero al retomar la travesía, nuestras oraciones quedan atrás.

Hay otros que estamos necesitados de sinceridad. Nuestras oraciones son un tanto huecas, memorizadas y rígidas. Más liturgia que vida. Y a pesar de ser diarias, son aburridas.

Existen otros que carecen de honestidad. Sinceramente nos preguntamos si la oración es relevante.
¿Por qué razón querría hablar conmigo el Dios de los cielos?

Si Él lo sabe todo, ¿quién soy yo para decirle cosa alguna?

  Si Él todo lo controla, ¿quién soy yo para hacer cosa alguna?

 Escuche esta oración que oró un padre en su desesperación:

 
«Pero si tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos».

¿Le suena valiente? ¿Confiada? ¿Fuerte? No lo creo.

Si esa oración suena semejante a la suya, no se desanime, pues allí es donde comienza la oración.
Comienza siendo un anhelo. Una súplica sincera. Nada de jactancias. Nada de posiciones asumidas. Sólo oración. Oración endeble, pero oración al fin. 

Tenemos la tentación de posponer la oración hasta que sepamos cómo orar.

Hemos escuchado las oraciones de los que son espiritualmente maduros.

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