"Un lugar para la Familia"


¡SEÑOR! Busco hoy para mi vida el equilibrio que Tú impartes…

01.06.2014 10:43

“Algunos de ustedes dicen: «Soy libre de hacer lo que yo quiera.»     

      ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; por eso  no permito que nada me domine” 1Corintios 6:12 (TLA)

 

La mayoría de nosotros a menudo, no somos tentados a cometer pecados obvios como un robo a mano armada, asesinato  o violación. La artimaña   de Satanás es el de entusiasmarnos para que traspasemos los limites   de la voluntad de Dios para algo bueno hasta que se hace pecado.

 

Todo es bueno y licito para nosotros porque somos libres del pecado  y ya no estamos más bajo la condenación de la ley, pero lo que sigue  demuestra  cómo podemos llevar, equivocadamente, cosas buenas  más allá de los imites puestos por la voluntad de Dios:

  • El descanso físico se vuelve pereza
  • La capacidad de ganancia se vuelve avaricia y ambición usurera
  • El placer físico se vuelve sensualidad
  • El interés por las posesiones del prójimo se vuelve codicia
  • El cuidado de uno mismo se vuelve egoísmo
  • El disfrute de la comida se vuelve glotonería
  • La comunicación se  vuelve chisme
  • La cautela se vuelve incredulidad
  • La Libertad sexual se vuelve inmoralidad
  • La amistad con el mismo sexo se vuelve homosexualidad
  • La benignidad se vuelve sobreprotección
  • El disfrute de la vida se vuelve intemperancia
  • La rabia se vuelve ira y mal carácter
  • La conciencia se vuelve perfeccionismo
  • El juicio se vuelve crítica
  • El cuidado se vuelve miedo.
 

Hay dos poderes que buscan dominar el cuerpo del creyente:

 1. LAS COSAS. “Todas... son lícitas” (1Corintios 6:12), pero “no todas convienen”, y además, nos pueden dominar. De esto hemos de huir,  ya que debemos estar libres para servir a nuestro SEÑOR.

2. EL SEÑOR. Su poder transformador nos ha lavado, santificado y   justificado. Ese poder debe seguir manifestándose en nuestras vidas. Observemos tres aspectos de ese poder:  

 a) Hemos sido levantados  con Cristo (1Co 6:14; Col. 3:1). El poder que operó en Cristo resucitándole   de los muertos se debe manifestar en nosotros (Ef.1:19,20).

 b) Hemos sido unidos al SEÑOR (1Corintios 6:15).

 c) Pertenecemos a Cristo (1Corintios 6:19-20). Nos compró con el precio de su sangre y mora en nuestro cuerpo por el Espíritu. Busquemos hoy glorificar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, los cuales son de Dios, mostrando el gran cambio efectuado en nosotros por Dios (1Corintios 6:11 y 20).

 

Adaptado por Ligia Fajardo del Libro Diariamente en Cristo 07/02

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